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martes, 8 de noviembre de 2011

Las rentas del teatro



Crecen los apoyos institucionales a la escena y pierde iniciativa la empresa privada
En cinco años de gestión socialista, los presupuestos del Estado destinados al teatro han pasado de 1250 millones a 2.678 millones. El Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), junto con el Ministerio de Obras Públicas (MOPU), ha restaurado y rehabilitado 51 teatros con un presupuesto de 6.500 millones. En el otro lado de la moneda, los empresarios teatrales privados se quejan del desfase entre sus producciones y las que cuentan con apoyo gubernamental, y temen que el futuro del teatro en España sea el de un teatro absolutamente institucional, como ocurre en los casos italiano y alemán, lo que supondría la pérdida del valor más rico de su mercado: el de la competencia.

JUAN ANTONIO VIZCAINO, Madrid. Si observamos e1 Informe de gestión realizado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), organismo dependiente del Ministerio de Cultura, correspondiente a los más de cinco años de gobierno socialista, la situación ha mejorado considerablemente. En estos años han aumentado los presupuestos del ministerio de 1.250 millones a 2.678 millones, al tiempo que se ha incrementado la asistencia de espectadores al teatro en Madrid de 1.600.000 a 2.700.000, lo que ha supuesto un aumento de las recaudaciones de taquilla de 1.400 millones a 2.000 millones.
     Por otra parte, el INAEM junto con el Ministerio de Obras Públicas (MOPU), han acometido el importante proyecto de restauración y rehabilitación de 51teatros de todo el Estado, con un presupuesto de 6.500 millones de pesetas, que ayudarán a la descentralización del teatro y a la creación de un circuito de teatros bien equipados técnicamente.
     Un importante aumento en las cantidades de ayuda al teatro privado y a las compañías independientes y la creación de dos nuevos teatros nacionales: el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y el Centro Nacional de Teatro Clásico, que vienen a unirse al Centro Dramático  Nacional, organismo creado en los tiempos de gobierno de la UCD, y al tradicional teatro de la Zarzuela.
     Entre otras, estas medidas han determinado la sensibilización de los diferentes organismos públicos del país. Gobiernos autónomos, ayuntamientos y diputaciones se han planteado como un objetivo especial la recuperación del teatro.
     Las respuestas a esta recuperación han sido bastante diferentes, pudiendo considerarse algunas gestiones como ejemplares y otras ridículas. En general, podría decirse que ha habido una implicación local a nivel presupuestario en la restauración de sus teatros, una fascinación por el festivalismo equivalente a una malentendida modernidad de la estructura de programación teatral de un municipio, y un incremento de ayudas a las compañías autóctonas para que puedan desarrollar su actividad en condiciones normales, así como una voluntad, casi nunca suficiente, de creación de escuelas o institutos de teatro donde se formen los nuevos profesionales, o el apoyo a campañas de teatro en la escuela para ayudar a desarrollar la sensibilidad teatral de los futuros espectadores.
     Pocos datos se pueden conocer de la empresa privada, productora del llamado teatro comercial, fundamentalmente producido en Madrid, donde se encuentra la sede de la Asociación de Productores de Espectáculos Teatrales, asociación que cuenta con 19 socios, aunque no posee control sobre las cifras globales de las producciones de sus asociados. Como muestra, las cifras de la empresa Justo Alonso, ascendieron en 1987 a 144.250.000 pesetas, invertidas en la producción de siete espectáculos, entre los que se cuentan La taberna fantástica, de Alfonso Sastre y Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos, y de 44.323.000 pesetas en el ejercicio 1988 como presupuesto para el mantenimiento de sus espectáculos y la producción de otros dos nuevos.
     José Luis López, hermano y productor de Lina Morgan, ha dado la cifra de 60 millones en la producción de su último espectáculo, El último tranvía. Ambos productores, Alonso y López, no cuentan con ningún tipo de ayuda del Ministerio de Cultura.
     Con respecto a las otras empresas, no han podido obtenerse cifras concretas, como en el caso de las tres sociedades que preside José Tamayo, que sostienen el Teatro Bellas Artes de Madrid, la Compañía de la Antología de la Zarzuela y el Teatro Nuevo Apolo, financiado por el Banco de Bilbao-Vizcaya.
     Para los productores del teatro comercial, la desproporción entre las cifras del teatro institucional y el privado hace temer por la supervivencia de este último. Según Justo Alonso, el Estado está haciendo una competencia desleal al teatro privado con sus festivales, sus precios políticos y la elevación de los sueldos de técnicos y artistas hasta cotas superiores a la realidad teatral española. Por su parte, José Luis López coincide con Alonso en que sería más beneficiosa para el teatro español una política que, en primer lugar, liberase al teatro de los fuertes impuestos que determinan su actividad; también sería necesario un sistema de subvenciones que apoyase, como en el caso del cine, el éxito de los espectáculos y no su fracaso, y, por último, la creación inminente de una ley de teatro que regule su funcionamiento.

Liberar al teatro de impuestos El secretario de la Asociación de Productores, de Espectáculos Teatrales, Enrique Cornejo, señala cómo para afrontar la solución de los problemas del teatro sería fundamental la absoluta unión del sector empresarial español que hasta ahora funcionan con grandes dosis de individualismo.
     Para el director general del INAEM, José Manuel Garrido, los resultados obtenidos hasta ahora no pueden ser más que optimistas. Con respecto a las posibles soluciones que apuntan algunos productores, estima que no se puede liberar a un sector comercial como el del teatro de impuestos porque no se hace con ninguna otra actividad comercial, aunque señala cómo se ha reducido en las actividades teatrales el IVA que ha pasado de un 12% a un 6%. En cuanto al sistema de subvenciones a los espectáculos que más recaudación de taquilla realicen, José Manuel Garrido afirma que sería poco ético porque no se valoraría el riesgo de la creación artística. Con respecto a la ley de teatro, asegura que ningún país moderno tiene esa ley, ya que el teatro es una actividad llena de particularidades, y la prueba está en las continuas modificaciones que sobre la orden de Ayudas al Teatro del INAEM, tienen que realizarse.
     José Manuel Garrido reitera la voluntad de su departamento de apoyar el teatro privado hasta el punto de ofrecer a los productores privados la transferencia a su asociación de los presupuestos que el ministerio tiene previstos para el teatro privado, para que sean ellos los encargados de distribuírselos aplicando criterios propios.

EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
J.A.V. Madrid
La comunidad autónoma que más dinero ha dedicado al teatro ha sido Cataluña, con unos resultados bastante elocuentes sobre la calidad y e1 prestigio obtenidos por sus compañías dentro y fuera de nuestro país.
     Extremadura, por su parte, ha sido proporcionalmente la comunidad que más dinero dedica por habitante al teatro: 382,13 pesetas sobre una media nacional de 105,34 pesetas. Ello se ha debido fundamentalmente a las importantes cantidades libradas para la creación de infraestructura y rehabilitación de teatros. Dentro de este mismo apartado de pesetas por habitante son los Gobiernos de Baleares y Castilla y León los que menos presupuesto dedican al teatro con cantidades de
10 y 15 pesetas, respectivamente.
     El Gobierno de Euskadi, que dedica importantes ayudas a las compañías vascas, no ha previsto la inversión económica para la creación de un circuito, por lo que la mayoría de los espectáculos subvencionados no tienen dónde presentarse. Mientras tanto, se han dedicado cantidades sustanciales a un teatro como el Arriaga, de Bilbao, que se está convirtiendo en una especie de gran leyenda vasca, con un presupuesto de gestión desconocido prácticamente hasta después de haberse realizado sus actividades, lo que no hace sino reproducir estructuras de corte centralista frente al resto del País Vasco.
     Galicia ha tenido una disminución progresiva en sus presupuestos teatrales y no se ha realizado prácticamente tarea alguna en favor de la creación de un circuito gallego donde puedan realizarse actividades y representaciones.
     Otras comunidades, como la valenciana, Castilla-La Mancha, Andalucía, Aragón y La Rioja, se han distinguido, por el contrario, por su apoyo a la recuperación y creación de nuevos locales para las representaciones teatrales.
     El problema de Canarias radica fundamentalmente en el encarecimiento que supone el traslado de las compañías de la Península o extranjeras hasta las islas, y en la gran descoordinación existente entre los diferentes organismos autónomos.
     Murcia y Asturias, por su parte, han estabilizado sus presupuestos de apoyo al teatro, aunque en algunos municipios han disminuido, pero se caracterizan también por la falta de circuitos y una especial voluntad de atención a la formación en sus escuelas de teatro.

‘Festivalitis’
Los casos de festivalitis más crónicos corresponden, quizá, a Cantabria y Navarra, dos comunidades con una baja dotación de teatros, escuelas y ayudas a las compañías locales, pero que, sin embargo, cuidan con especial mimo los grandes presupuestos de sus festivales de verano: el Festival Internacional de Santander y Festivales de Navarra, que exportan una imagen de prestigio durante un mes pero que el resto del año impiden que se pueda realizar una actividad teatral digna y normalizada.
     El caso de Madrid es a todas luces especial: en la capital de España se encuentra el mayor número de teatros y la mayor oferta teatral de todo el país, pero la necesidad autoimpuesta de asumir el prestigio y el boato nacional con grandes actividades, como son los festivales, lleva a organismos como la Comunidad
de Madrid a realizar una política teatral basada en el Festival de Otoño, con un presupuesto superior a los 250 millones de pesetas, frente a la inexistencia de cualquier tipo de ayudas a las compañías teatrales madrileñas, que sólo pueden optar a hacer pequeñas giras.

Publicado en el diario El País. 11 de octubre de 1988.

Crematorio planetario


La ausencia de árboles hace impracticable en verano el parque de Tierno Galván

JUAN ANTONIO VIZCAINO. Madrid. Cuando un paseante se acerca al nuevo parque de Tierno Galván en pleno mes de agosto, ¿qué es lo que encuentra en este enorme recinto con plaza porticada de acceso, edificio planetario, gran auditorio, y monumento al querido alcalde profesor? Pues con una gran zona verde concebida con los mismos criterios que la multitud de parquecitos municipales de los últimos tiempos: abundante césped, escasos árboles para una ciudad de clima meridional, amueblamiento urbano estandarizado, y poca consideración al sentido del deleite que un jardín debe ofrecer a sus visitantes. Es todo lo contrario. La canícula lo hace impracticable.

Si hasta ahora en el parque de Tierno Galván se ha vencido a la inmundicia del vertedero, aún no se ha construido el espacio de las delicias que anunciaba el primer nombre que se le asignó. 

Si observamos los jardines clásicos madrileños, como el Retiro, el Jardín Botánico, el Campo del Moro, o los de Aranjuez o El Escorial, existe una tipología de jardín madrileño basada fundamentalmente en el primer parque del Retiro, el que mandó construir Felipe IV a jardineros florentinos y que tuvo una enorme influencia en toda la jardinería europea de la época. Se trata de un jardín de árboles con acacias y castaños, con estanques y fuentes, con estatuas y monumentos, con setos recortados y bancos con patas de roble. 

Y hoy el parque del Retiro no es sólo un parque histórico, sino el parque predilecto de todos los madrileños en cualquier época del año, en verano buscando el refugio del calor y en el resto de las estaciones buscando la apacible caricia solar. 

En el parque de Tierno Galván el agua ocupa una superficie de 28.000 metros cuadrados, aunque concentrada en tres lagos comunicantes junto a la M-30. Las fuentes, de momento, sólo son dos, una que nace a los pies de la estatua de Tierno y recorre una acequia de inspiración árabe rodeada de rosales, y otra mucho más totémica que deja caer su borbotón por tres plataformas escalonadas que la conducen hasta el primer lago. 

El rumor de la única fuente en más de 30.000 metros cuadrados es contrarrestado por el fragor de la cercana M-30. No hay barcas en los lagos, aunque el desnivel existente entre ellos impediría lo que sería un gozoso paseo a remo entre el uno y los otros.

Recintos
En cuanto a los recintos con los que el gran parque cuenta, podemos enumerar el edificio del planetario, cuya fachada principal queda a espaldas de la entrada actual al parque; un auditorio construido en el declive de una colina, a la manera de los teatros griegos, dotado de unas amplísimas gradas y un escenario rematado por unos esbeltos pilares, sin ningún cerramiento que acote las figuras que allí se expongan a la mirada de los 20.000 hipotéticos espectadores; una pequeña plaza de la Paz, con planta de estrella, cerrada por unas ingeniosas gradas de dos caras dispuestas circularmente en tomo a una moderna escultura aérea, sin que el diámetro del conjunto exceda los 15 metros; y la glorieta del monumento a Tierno, con una galería semicircular de columnas que tiene en su cara norte unos bancos miradores desde los que se puede contemplar un sugerente perfil de Madrid que va desde San Francisco el Grande hasta el templete del observatorio astronómico del Retiro.
El parque cuenta con 15.000 árboles plantados, regados uno a uno primorosamente por un cuartel de jardineros reflexivos y semidesnudos por efectos de la solana, distribuidos entre el paseo de seis hileras que conducirá del auditorio a Delicias y el gran muro vegetal que separa los solitarios lagos de la M-30.

El resto está concebido como zona de monte bajo o extensiones de césped con arbustos llamados tapizantes, que no levantarán más de 40 centímetros y que, según Emilio Esteras, uno de los responsables del proyecto, permitirán contemplar las panorámicas que desde la gran plataforma del parque se pueden ver.
En lo referente al mobiliario urbano elegido para el parque, podría equipararse al de cualquier barrio dormitorio. No existe voluntad de estilo ni calidad en su concepción. Eso sí, la Compañía Telefónica ha instalado dos hermosas cabinas de aluminio justo en la explanada frontal que da entrada al planetario.
En 1980, tras un viaje a Berlín, Enrique Tierno, alcalde de la ciudad, trajo consigo la idea de construir un planetario en Madrid. El primer emplazamiento elegido para este nuevo edificio fue el parque del Oeste, bajo el templo de Debod.
El arquitecto Salvador Pérez Arroyo fue el encargado de la realización del proyecto, pero la Dirección General de Bellas Artes y otros colectivos criticaron el lugar elegido para su ubicación, y así, en septiembre de 1983, se propuso la construcción del nuevo planetario en los terrenos adyacentes a la estación ferroviaria de Delicias, concretamente en el cerro de la Plata, entonces un vertedero de escombros donde las líneas de alta tensión, los viejos camiones abandonados y los perros chaboleros campeaban como dueños.
El proyecto se amplió rápidamente con la necesidad de construir un gran parque, que sería llamado de las Delicias, nombre esperanzador para un futuro vergel sacado del páramo y que ayudaría a la revalorización necesaria de esta zona degradada y olvidada de la ciudad.
En él se construirían además un auditorio para 20.000 espectadores, unido a la marquesina de la estación de Delicias por un gran paseo-bulevar con seis hileras de árboles; una gran plataforma ajardinada, mirador del Sur, en lo alto del mayor de los taludes de la zona, y a sus pies, en las cercanías de la M-30, un conjunto de lagos artificiales navegables. Bajo el edificio del planetario pasaría, en túnel subterráneo, la vía de cierre del segundo cinturón de Madrid, que uniría las calles de Méndez Álvaro y Embajadores.
Todo el parque sería, junto al planetario, una zona urbana de homenaje al mundo de las ciencias y la técnica, que contaría con un museo propio junto al del Ferrocarril, instalado en la antigua estación de Delicias.
Para la financiación de las obras, cuyo presupuesto se estimaba entonces en un total de 900 millones de pesetas, se creó un consorcio integrado por el Ayuntamiento de Madrid, Renfe y el Ministerio de Cultura.
En septiembre de 1986, los Reyes inauguraban el planetario, un palacio futurista para viajar por un universo proyectado en una cúpula de 17.5 metros de diámetro.
El primer acceso al parque se había realizado desde la calle de Méndez Álvaro, teniendo a su entrada una plaza formada por edificios preexistentes restaurados, muestras de la arquitectura industrial y ferroviaria de principios de siglo, así como una serie de pérgolas de hierro del antiguo mercado de la Cebada.
El presupuesto final de este parque de 54 hectáreas (casi la mitad del Retiro) ha sido de 1.200 millones de pesetas.


EL PAÍS, martes 27 de septiembre de 1988

Paseo por los timbres


Un total de 2.256 agentes, 381 encargados de grupo y 18 asesores locales se han ocupado de efectuar el padrón municipal de Madrid. El autor de este artículo, agente censal contratado por el Ayuntamiento, explica aquí su experiencia en la zona en la que fue asignado, Chamberí.


JUAN ANTONIO VIZCAÍNO. El número es mundo. Hay una lógica basada en la numeración como conocimiento. García de Paredes, 35, es un entorno afectivo mientras el 85 de esa misma calle ya no existe. A esas alturas ya es otro agente con una carpeta azul oficina y otra sonrisa laboral en la boca. “Mire usted, esta casa es un pueblo, no nos conocemos nadie, sólo sirve para despistar los recibos, pero para hacer el padrón una locura”.

Cada casa no es un pueblo, es un solo animal, tiene una sola respiración, un único olor, una personalidad sin par configurada por el sedimento de la vecindad. En el 6 de Virtudes es siempre las cinco de la tarde de una primavera en la playa, cuando el mar forma parte de la atmósfera, no de la piel.

El 15 de Morejón es el interior de un confesionario donde han meado todos los gatos del barrio, una casa sórdida y menstrual. En el 28 de José Abascal, detrás de cada puerta te espera un desnudo joven, la voluptuosidad adolescente de generaciones bien alimentadas, entre un confort de linóleum y almuerzos patriarcales junto al ventanal. Pero no es un número la muerte. La muerte es un deseo muchas tardes. “Mire, nosotras éramos tres, pero cuando se murió nuestra hermana sólo nos dio una cosa: envidia”.

“Yo tengo arterioesclerosis y vivo solo, de día en día una vecina me trae comida y el resto del tiempo lo paso en la cama. No me funcionan las muñecas, por eso no he podido hacer el padrón, no puedo andar, no puedo salir. Oiga, ¿para qué quiero yo estar vivo?”.

Chamberí es un elefante cargado de viejos y viejas que pasea por el barrio buscando el otro lado de la cascada, desde el jardín de las monjas de José Abascal hasta las terrazas de Alonso Cano.

Cuando empiezas otro día el itinerario de los timbres y las campanillas, descubres en el tercero derecha del número 10 de Virtudes, un rostro de gestos conocidos, la madre del chico de los frutos secos, que con 16 años tenía que inscribirse en el censo para poder votar a los 18. El mismo rostro, pero-en mujer y en cansado, con esa actitud gallega que claudica dignamente cuando dice: “el padrón de la vecindad es cosa de los hombres de la casa, vuelva usted cuando estén ellos”. Puerta a puerta vas censando todos los matices de la condición humana en el barrio.

Por eso el padrón es el padre más grande de toda la zona durante mes y medio, porque ha entrado en todas las casas y porque lo sabe todo de ellas, más incluso que los porteros, esos seres despreciadamente imprescindibles, patriarcales y serviles a un tiempo, dueños reales de la historia de cada casa. Viven en los sótanos o en las azoteas, como águilas ebrias de lluvia que atalayan sus dominios. Los porteros y el padrón, por saber, se entienden bien.

Ser agente del padrón de un pequeño punto de la panorámica de Madrid es una tremenda experiencia literaria y social. Entrar en las corralas pobres donde se te trata de usted o se te reprocha el haber tardado tanto en llegar, es un comisariado con la propia vida. Uno piensa en la humedad y en el marxismo. El vivir en el 12 o en el 25 va a determinar la estatura, el corte de tu pelo, la inclinación del pecho, la sumisión de tu mirada o tu ruboroso nerviosismo al ir a firmar. El no ser 12 te ha impedido acceder a las joyas, la ópera y la calefacción, no ha permitido que tus hijos suban a los buenos colegios del barrio o que puedas caminar por la calle con el viento anudado al cuello.

De todo esto tiene la culpa el 25, es jodido y muy difícil de llevar, tenemos muy poco espacio para convivir él y nosotros. Pero de todo este desorden injusto y monjil, silencioso y voluptuoso, solitario y comercial, sólo va a quedar una larga retahíla de números, números de hojas, números de manzanas o números de personas, edificios y fechas, códigos y vías, distritos y deneis, como guarismos del orden perfecto.


Juan Antonio Vizcaíno es actor y ha sido agente censal de Chamberí.